Relato 2
Me llamo, o mejor dicho me dicen Majo.
Tengo 45 años. Hace dos años, mas o menos, Carlos, con quien llevamos veinticinco años de casados, empezó a comportarse de manera extraña, distante, Frío. Yo comencé a sospechar que tenía una aventura, seguramente con una compañera de la ofi.
La verdad es que no soportaba ya la incertidumbre de saber que estaba pasando. Es cierto que a los cuarenta y cinco ya las energías no son las mismas, pero que joder!!! para mi algo estaba mal.
Luego de pensarlo bien, una noche, ya tarde, lo comencé a seducir, y le propuse que "jugáramos", y que me dejara hacer que la iba a pasar muy bien. El aceptó.
Ya me había documentado bien y tenía mucha información bajada de la red.
Me di un buen baño Me perfumé. Me vestí bien provocativa. Lo acaricié como a el le gusta. Cuando comenzó a excitarse, le expliqué que el juego consistía en atarlo de pies y manos para luego someterlo a mi voluntad. Luego de disponer de la soga, lo estimulé de todas las formas que conozco, entonces le dije que me disgustaba su bello púbico, que deseaba hacerle sexo oral, pero antes quería verlo totalmente rasurado, (esto traía una mala intención ya que seguramente le daría vergüenza mostrarse desnudo en esas condiciones frente a otras personas), y a pesar de su negativa tome las tijeras con las que recorte su frondosa mata, y luego lo rasuré con toda dedicación.
Puse en práctica todo lo que vino a mi cabeza, me posesioné de mi rol dominante, por fin y antes de exigirle que me penetrara, presa de la intriga, me decidí a averiguar la verdad. Lo tome por los testículos y presionándolos cada vez mas fuerte y con tono de voz dulce y comencé a preguntarle con quien me engañaba, Como no respondía, busqué una vara y lo azoté concentrándome en la zona genital, como este dolor dicen que es muy intenso, insoportable, por fin confesó. Era la guarra de su compañerita tal como yo lo sospechaba.
Desde entonces no solo que ya no me pone cuernos sino que nos hicimos adictos a esos juegos, y no es cosa de todos los días pero de tanto en tanto le doy unos azotes que muy bien le vienen.
Majo.